Día B

Sé que voy a llorar escribiendo este post, pero no me importa.

¿Sabéis? Siempre había pensado que cuando la gente se casaba y decía: Ha sido el día más feliz de mi vida, eran unos exagerados, pero no. Fue el día más feliz de mi vida, joder si lo fue, al menos de lo que llevo de ella…

Este post, ya os aviso, va a ser un rollazo, porque quiero contarlo todo, quiero contarlo todo para que, dentro de 10 años, cuando lo lea, siga sonriendo como lo hago ahora cada vez que pienso en ese día, de manera que si seguís leyendo es bajo vuestra responsabilidad:

Ya sabéis que nos casamos en Jaen, lo que ha dificultado un poco la organización, por suerte, hemos tenido muchísima ayuda de amigos y familiares, a los que quiero aprovechar para dar las gracias, sobre todo a mis tres hadas madrinas Bodorriles, que han vivido todo el proceso, y no podría haberlo hecho sin vosotras.

No voy a entrar en detalles de la organización de todas las cosas que hemos hecho a mano (sobre todo mi suegra y mi tía Ana (gracias, gracias, gracias) porque quiero escribir un post a parte al respecto. Este post es para el día B. EL DÍA.

La boda era el sábado 19 de mayo, y aprovechamos que en Madrid era festivo el 15 para bajarnos a Jaen (mis suegros, mis padres y yo) e ir haciendo cosas.

Peluquería La virgen

El miércoles a las 17:30 tenía la prueba de peinado (la primera) en la peluquería La Virgen, en la que me atendería Laura.

Yo tenía muy claro el tipo de peinado que quería, por mi vestido, por el tocado, por como soy, y Laura lo captó al momento. Hicimos una única prueba, en la que acertó de lleno, y no hizo falta más.

 

 

El resto de días, aparte de que llegara el novio, comidas y cenas en familia, y organizaciones varias, fueron muy tranquilos.

El viernes anterior lo dedicamos por la mañana a montar todos los centros de flores en la Finca donde lo celebraríamos (Cerro Puerta), el photocall, el Candy bar… Fue muy divertido: La imagen de mi padre buscando piñas en el campo para uno de los centros, no se me olvidará nunca, mi hermano pequeño (ya no tan pequeño) llenando tarros de agua, mi madre y mi suegra ayudándome a rellenar tarros y tarros de paniculata y eucalipto, o mi ahora marido y mi cuñada comiendo más chuches que las que colocaban en los botes.

Esa noche, para rematar un día perfecto, pudimos cenar con todos nuestros amigos que habían ido llegando, para que se conocieran entre ellos, y la verdad es que la felicidad de verles ahí a todos juntos, no se puede expresar.

Y llegó el día:

La noche del viernes dormí con mi hermana, porque no podía haber dormido con otra persona que con mi compañera preferida de habitación desde que éramos pequeñitas.

Nos levantamos el sábado muy temprano (ni falta que hizo el despertador) y a ritmo de Rozalén nos vestimos para irnos a la peluquería, donde a mí me peinarían y a ella la maquillarían (no os podéis imaginar como la dejaron de guapa).

Cuando Laura empezó a peinarme, me decía que nunca había visto una novia tan tranquila, y le dije que es que no me hacía a la idea de que ese día me casaba, que estaba feliz y ya, y más feliz que salí aun de la peluquería cuando vi la maravilla que me había hecho en el pelo.

bf57d287-4008-4c8f-8a8a-1de003fa1309Ya en el hotel, avisé a Sonia, que incondicional como siempre, se atrevió a coger sus brochas y ser la que me iba a maquillar ese día, y está mal que lo diga yo, pero me dejó preciosa.

 

Para esa hora ya habían llegado Sandra y Henry a mi habitación (Equipazo de @muymuyfelices) mientras que Almu (la otra parte del equipazo) estaba en casa del novio. Estuvieron haciendo fotos y vídeos del maquillaje, complementos, etc. Y cuando nos quisimos dar cuenta, eran las 12:30 de la mañana (la boda era a las 13:00) y ahí no aparecía nadie para ayudarme a vestirme.

Llamo a mi padre, para ver donde están mi hermana y mi madre: mi hermana de camino a mi habitación, y mi madre seguía en la peluquería (PANIC ATTACK), segunda llamada: tías y abuela, y que ya bajaban…

IMG_7533Finalmente tengo unas fotos preciosas con mis tías y mi abuela en la habitación, así como con Sonia y Leti (creo que tengo más fotos de gente haciendo como que me abrochaba el botón que botones tenía de verdad el vestido jaja) Aunque me dio mucha pena que no estuviera mi madre en ese momento, (y mi suegra, para que engañarnos, aunque ese día no me quedó más remedio que prestársela a su hijo :P)

Y llegó el momento, el ramo me lo traía una amiga de la familia, y ella y su marido iban a ser los encargados de llevarnos en coche a la Iglesia a mi padre y a mí (Gracias de nuevo Maria José y Alfonso y familia Millán al completo por todo lo que habéis hecho por

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nosotros), en el hall del hotel me dio Maria José el ramo, y me vio llegar mi padre, que puso una cara que os prometo que se me saltan las lágrimas de la emoción solo de pensar en ella. Abracé a mis abuelos, mi abuela me hizo el lazo más perfecto del mundo en mi ramo (un precioso lazo de terciopelo que había comprado para la ocasión) y nos montamos en el coche.

Cuando nos montamos en el coche, me miro en el retrovisor, y “aaaaah, LOS PENDIENTES” Se me había olvidado ponérmelos (los pendientes “mi cosa prestada” de la madre de mi suegra, que por desgracia ya no podía estar ese día con nosotros” de manera que de nuevo Maria José al rescate, subió a la habitación a por ellos, y ya pudimos arrancar.

De camino a la Iglesia, avisó Borja a mi padre, que no fuéramos todavía, que la boda anterior se estaba retrasando, de manera que hicimos un poco de tiempo en el coche, cuando Borja nos avisó de que ya podíamos ir, nos encontramos con que la calle de acceso estaba paralizada, y no podíamos movernos, al principio no nos preocupaba, pero al rato ya empezamos a mover coches, no fuera a ser que pensasen que nos habíamos fugado (aunque estaba mi padre de emocionado que como para decirle que al final no me casaba…)

Llegamos a la Iglesia, y todos los nervios llegaron de golpe, literalmente, paramos el coche en la puerta y yo pensé que no iba a ser capaz de salir del coche. (Porque no me respondían las piernas, no por falta de ganas) Ya había entrado todo el mundo, a excepción de nuestras damitas, y de nuestros testigos: familiares y amigos que nos esperaban en la puerta para entrar delante de mí. (Borja estaba un poco fastidiado porque como sus amigos eran testigos y estaban fuera esperándome a mí, no se enteraron del epic win que supuso para él entrar con su madre del brazo con la BSO de El señor de los Anillos, pero pasó)

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Por fin pude salir del coche, y darle el brazo a mi padre, nos pusimos a la cola, y empezó a sonar “She” de Elvis Costello, y entré. Intenté no mirar mucho para los lados, porque hasta ese momento había conseguido no llorar, y sabía que como viese a alguien con media lágrima asomando, iba a explotar, lo tenía todo dentro, estaba feliz, y entonces: le vi.

Le vi ahí esperando, con su chaqué, su sonrisa, sus nervios y su madre, guapísima con su peina y su mantilla, como buena sevillana, y yo yan nerviosa que ¡Ni había soltado el velo para entrar!.

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La ceremonia fue preciosa, el sacerdote nos caló e hizo una homilía que no podría haber sido más nosotros, el resumen era que “con amor, todo se puede” y nosotros de eso, vamos sobraos. Salieron a leer tías, primas, y hermanos, y ahí reconozco que sí que nos emocionamos y alguna lagrimita cayó, recordando a los que no pudieron estar ese día con nosotros. Borja me juró felicidad en vez de fidelidad (y oye, ni tan mal) y nos reímos porque el sacerdote ya le había dicho el día anterior que se equivocaría ahí.

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Aquí os quiero contar una cosa que me emocionó mucho. Mi hermano pequeño es muyIMG_7610 vergonzoso, pero a mí me hacía mucha ilusión que leyera, y cuando se lo pedí, me dijo que sí, y le dije: ¿Y no te va a dar vergüenza? Y me dijo: Sí, pero por ti lo hago. Y es que ahora ya es un niño grande, pero para mí siempre será mi pequeño enano.

La ceremonia terminó, y pasamos a la firma con los testigos, el momento abrazos con toda nuestra gente querida, nuestras recién estrenadas familias (oficiales, que familia ya éramos de antes) fue muy emocionante, ahí pude empezar a fijarme, ya sin nervios, en lo guapos que se habían puesto todos para la ocasión, y es que no sabéis qué nivelazo…

Cuando salimos nos esperaban el resto de invitados con sus conos llenos de arroz, olivo y confeti para tirarnos (alguno se ensañó más que otro) y solo recuerdo sonreír, dar abrazos y besos y buscar por el rabillo del ojo a mi recién estrenado marido y disfrutar de verle rodeado de toda nuestra gente.

Nos montamos en el coche, ya como marido y mujer, y nos fuimos para la finca, CERRO PUERTA, que bajo nuestras directrices, habían dejado preciosa (soy una motivada y ese día quería plantarme allí a las 7 de la mañana a supervisar todo, suerte que Alfonso (Uno de los dueños, y que tanto él como Marcos nos atendieron en todo momento como si fuéramos parte de su familia, me convenció de que lo dejara en sus manos y las de su equipo)

La verdad es que para que esta finca esté preciosa hay que hacer muy muy poquito, aun así, creo que conseguimos darle nuestro toque personal, y yo de verdad que lo miraba todo y pensaba que ni en mis mejores sueños podría haber quedado tan igual (o mejor) que como siempre me había imaginado el lugar donde quería casarme.

Los invitados fueron llegando, y pese a que desde inicios de la semana el tiempo amenazaba lluvia, nos estaba haciendo un tiempo estupendo (Mi suegra llevó a Santa Clara 4 cajas de 24 huevos XL, igual algo tuvo que ver) y entre saludos, fotos, besos y abrazos, el coctel ni lo vimos, la verdad, justo estábamos esperando a que los invitados terminaran de entrar al salón (el coctail era lo único que era al aire libre al 100%) y empezó a tronar y solo llovió una vez que ya estábamos todos dentro.
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Entramos bailando al comedor, al ritmo de “la bilirrubina” y la sensación de flotar, y de que todo era perfecto no se me iba en ningún momento.

Y por fin, ¡COMIDA!, entre plato y plato nos levantábamos a saludar a la gente, y llegaron algunos regalos, uno en concreto de amigos muy simpáticos de esos que teniéndolos cerca no hacen falta enemigos: ¡un cofre lleno de monedas! Porque dicen que la amistad es un tesoro… (Os queremos, familia, y como nos dijo Jose Carlos en el video de la luna de miel: no perdéis un amigo, ganáis una amiga)

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Llegó el momento del baile… Creo que era lo que peor llevábamos, lo de todo el mundo mirándonos no se nos da muy bien, elegimos “can’t take my eyes off of you” Por mi parte, por la peli de 10 razones para odiarte, por la suya, por aquello de que “Happy wife, happy life” que dice mi amigo Carlos (te echamos mucho de menos).

Pero fue perfecto, bailé con los hombres de mi vida: mi marido, mi padre y mi abuelo.

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Y llegó el momento que todas las invitadas esperaban: fuera pamelas y tacones, hola alpargatas. (Maravillosas y pintadas a mano por mi suegra una a una y en diferentes modelos) y yo con enchufe, que tuve unas especiales para mí, con tacón.

 

Y a partir de aquí, a seguir disfrutando: reí, bailé, bebí, mi suegro triunfó como la Coca-Cola y le dimos el título al más bailongo sin duda de todos los invitados. Nos hicieron un flashmob como el que lloré muchísimo de verlos ahí (Toni, la reina del baile, Julia, tu video enseñando los pasos no tiene desperdicio)

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Y abrazos, y besos, y musicote que habíamos elegido muy cuidadosamente para la ocasión. Confidencias con amigas con alguna copa de más, y alguna que otra lágrima. Y se iban yendo autobuses con gente, y seguíamos quedando los de siempre.

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Y fuimos los novios que queríamos ser, felices, sin presiones, y haciendo lo que queríamos (inclusive poner migas con huevo como recena)

Me han preguntado si cambiaría algo de ese día, y la respuesta es no, no y mil veces no y dicho además con una sonrisa de oreja a oreja, si hasta el cielo se portó bien con nosotros…

Te quiero, mi vida.

Hoy y siempre.

 

 

 

 

 

 

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